El rizoma de la cúrcuma fue adoptado como producto medicinal por el Comité de Productos Medicinales Herbales (Committe on Herbal Medicinal Productos-HMPC) el 12 de noviembre de 2009. Esta planta ha sido usada en multitud de sistemas de medicina tradicional (China, Hindú y Ayurvédica) para aliviar problemas digestivos, como un antiinflamatorio y en uso tópico por su capacidad de cicatrización (BLUMENTHAL et al., 2000; TAYLOR y LEONARD, 2011). Los responsables de la bioactividad de la cúrcuma son los curcuminoides, especialmente la curcumina, compuesto fenólico del metabolismo secundario explicado más adelante (WITKIN y LI, 2013).
Existen distintas preparaciones de esta planta medicinal. Puede tomarse el rizoma en polvo o triturado en infusión, para su uso externo se realizan tinturas utilizando como disolvente etanol al 70%, o pueden realizarse extractos secos extraídos con etanol al 96%.
La curcumina tiene varios efectos medicinales comprobados científicamente, como la reducción de inflamación en caso de artritis, prevención de arteriosclerosis, efectos hepatoprotectores, desordenes respiratorios y gastrointestinales, afecciones de la piel como psoriasis o eczemas, prevención de cáncer y capacidad antioxidante (VISTEL VIGO et al., 2003).
Tradicionalmente se ha empleado para ayudar a la función hepática y para tratar la ictericia, tanto en la medicina ayurvédica como en la china. La cúrcuma aumenta el contenido de glutatión y su actividad glutatión-s-transferasa en hígado. Estas sustancias son protectores clave frente los efectos dañinos de las toxinas y los radicales libres. La curcumina es un poderoso antioxidante que influye sobre la expresión de enzimas relacionadas con procesos redox, como la glutatión-sintasa (GTS) o el citocromo P450 oxidasa (CYP-450), capaces de neutralizar las especies reactivas de oxígeno. (GRYNKIEWICZ y SLIFIRSKI, 2012; WITKIN y LI, 2013).
La curcumina es capaz de aliviar problemas inflamatorios relacionados con esclerosis múltiple, artritis reumatoide y psoriasis al modular la señal de las citoquinas, un tipo de moléculas proinflamatorias. Esta capacidad antiinflamatoria en parte es debida a su capacidad de inhibir la síntesis de prostaglandinas inflamatorias (WITKIN y LI, 2013).
Un estudio con 45 pacientes que padecían artritis reumatoide, un tratamiento con dosis de 500 mg al día de curcumina les redujo significativamente los niveles inflamatorios sin causar efectos adversos (CHANDRAM y GOEL, 2012).
También tiene efectos anticancerígenos, es capaz de reducir el crecimiento de tumores y modular los problemas secundarios asociados al cáncer como fatiga, depresión o insomnio (WITKIN y LI, 2013). La curcumina inhibe directa e indirectamente la ciclooxigenasa-2 (COX-2), proteína crucial en la cascada de inflamación y ha sido relacionada con ciertos cánceres. En células cancerígenas, la curcumina muestra una capacidad antiinflamatoria y una reducción del crecimiento celular inhibiendo la exprexion de Interleukinas IL-1 ß, IL-6 y el factor de necrosis tumoral-α (TNF- α) (TAYLOR y LEONARD, 2011).
La curcumina tiene una poderosa acción antimicrobiana, inhibiendo el crecimiento de bacterias patógenas, virus y hongos (incluyendo Candida albicans, Candida kruseii y Candida parasilosis).
La curcumina tiene una función primordial en la protección gastrointestinal: se ha visto que inhibe la activación de varios factores de transcripción que juegan un papel clave en la inflamación de los intestinos, como son el factor nuclear Kappa-ß (NFk ß) o las ß-catequinas (TAYLOR y LEONARD, 2011). Ha sido utilizada desde tiempos ancestrales frente a gastritis o acidez ya que ayuda a aumentar la producción de mucosa y protege las paredes del estómago. También estimula el flujo biliar hacia el intestino, lo cual mejora la digestión de las grasas de la dieta.
Se ha demostrado también que la curcumina puede prevenir la acumulación de placas beta-amiloide, que se correlaciona con la enfermedad de Alzheimer (WITKIN y Reduca (Biología). Serie Botánica.7 (2): 84-99, 2014.ISSN: 1989-3620 89 LI, 2013).
Estudios in vivo muestran la capacidad de la curcumina de reducir el estrés, mejorar la irritabilidad y la ansiedad, modular la depresión y los mecanismos de neurotransmisión modificando la señal celular (HISHIKAWA et al., 2012; WITKIN y LI, 2013).
El problema que tiene este metabolito secundario es su baja biodisponibilidad. Estudios en animales han mostrado que la curcumina se metaboliza rápidamente, se conjuga en el hígado y se excreta por las heces, teniendo por tanto una limitación en su biodisponibilidad (DULBECCO y SAVARINO, 2013; GRYNKIEWICZ y SLIFIRSKI, 2012). Por ello, es necesario conjugar la curcumina con otros compuestos como pueden ser los fosfolípidos, que mejoran su absorción y por tanto, su biodisponibilidad y actividad (WITKIN y LI, 2013).
Artículo completo en Revista DOCTA, Universidad Complutense de Madrid, en la siguiente dirección electrónica: https://docta.ucm.es/entities/publication/fe4b9b98-d73e-4332-a1eb-7a32ec33dc68